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Entonces le trajeron a un hombre que estaba en una camilla, pues era paralítico. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al paralítico:

—Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados.

Algunos maestros de la ley se dijeron: «Esta es una ofensa a Dios». Pero como Jesús sabía lo que estaban pensando, dijo:

—¿Por qué están pensando mal?

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